martes, 23 de marzo de 2010

El inicio

Era un noche agradable, el aire fresco recorría los arboles del jardín, provocando un ligero murmullo. El cielo era de un azul obscuro, tapizado por titilantes estrellas, que acompañaban a la luna.


Una pequeña de largos cabellos morados, caminaba despacio hacía la puerta de salida del castillo. Se puso en putillas y abrió la puerta con sumo cuidado. Asomó la cabeza por la puerta abierta para asegurarse de que no había nadie afuera, y salió del castillo cerrando la puerta tras de ella.


Bajó la escalerilla tan rápido como la emoción que la invadía se lo permitió. Llevaba demasiado tiempo encerrada dentro del castillo y estar al aire libre, respirando aire puro la hacía sentir feliz, como pocas veces lo estaba.


Estiró los brazos y giró con fuerza, salto, corrió, aprovecho para hacer todo aquello que cualquier niña de su edad haría para festejar su libertad. Se llevó las manos al pecho, y su mirada violeta se iluminó al sentir su corazón latir desbocado.


Siguió corriendo sin pensar hasta donde podía llegar, sentía como el aire dentro de sus pulmones se iba terminando, pero no le importo, la pequeña solo quería disfrutar de esa noche, de su niñez y de estar viva.


De pronto el piso se le terminó. No supo en qué momento, pero empezaba a caer de una forma violenta y no podía hacer nada para evitarlo. Las cosas pasaron muy rápido, ahora un delicioso aroma la envolvía, y un abrazo cálido la protegía. Al abrir los ojos, se encontró con una brillante mirada de un hermoso azul.


-¿Eres un ángel?- preguntó la niña acariciando los castaños cabellos del joven, quien dibujo una encantadora sonrisa en su rostro, tomó a Cherryl de la cintura y la sentó junto a él.


-No lo soy. Y ¿Tú eres un ángel?- le cuestionó él, tomándola por la barbilla, y colocando su mirada sobre la de ella.


-Claro que no lo soy, solo soy un hibrido… mi nombre es Cherryl Nathalie- respondió la pelimorada con una sonrisa que termino siendo una mueca. – También sé lo que tú eres, pero no te tengo miedo, quizás un poquito, pero me salvaste de caer, así que gracias- agregó acercándose al joven y lo beso en la mejilla.


-Hola Nathalie, mi nombre es Tiago Do Luna. Ha sido un placer salvarte pequeña- dijo y se llevó la mano a donde ella lo había besado. - Pero no me parece prudente que estés a esta hora rondando por estos lugares, es peligroso sabiendo que todos han salido a cazar… deberías regresar a la cama- sentencio al notar que Cherryl estaba vestida con una pijama compuesta por un pantalón y una camisa en color rosa pastel.


La ojivioleta se dejo caer sobre el pasto ignorando las palabras de Tiago, por muy peligroso que fuera estar ahí, le gustaba ver las estrellas y el panorama desde el pasto era extraordinario.


-No me gusta dormir por la noche-

-¿Eso es por tus genes de vampiro?- preguntó él.

-Por supuesto que no-

-No veo que pueda hacer una niña de tu edad que sea mejor que dormir- comentó Tiago, con una sonrisa burlona. Cherryl, se giró hacía él y le sonrió tímidamente.

-Tengo pesadillas, cuando duermo… y me dan mucho miedo, así que me quedaré un rato más, no quiero que “él “me atrape.- dijo ella cerrando los ojos. Tiago no la perdió de vista en ningún momento, la pequeña de cabellos morados lo había cautivado.

-Sí prometiera cuidarte mientras duermes, ¿te irías a la cama en este momento?- Las palabras de Tiago sorprendieron a Cherryl en sobremanera, abrió los ojos y se sentó en el pasto mirando fijamente al joven.

-sí, pero aun no tengo sueño, y tendrías que prometer cuidarme hasta que despierte- respondió la pequeña con una sonrisa emocionada.

-Lo prometo… puedo ver en tus ojos que tienes sueño, mucho sueño- Tiago y Cherryl sellaron la promesa con un apretón de manos. Acto seguido el ojiazul tomó a la niña por la barbilla, mirándola directo a los ojos mientras la ayudaba a conciliar el sueño.

Cherryl sonreía y negaba con la cabeza al escuchar a Tiago, sin embargo su cuerpo reaccionaba de una extraña manera, estaba cansada, le pesaban los parpados, sin duda alguna el sueño se apoderaba de ella. Se levanto del pasto, para acomodarse en los brazos de Tiago, quien solo atino a preguntar “¿Qué haces?”, pero no pudo zafarse de Cherryl que respondió: “lo prometiste”.

Nunca antes se habían visto, él era un joven vampiro que había dejado su sed guardada en algún rincón de su ser, solo para proteger a la pequeña Cherryl mientras dormía. Ella era una niña-vampiro con ganas de vivir como humano, sin importarle que la vida se le fuera en el intento.

Una noche, esa noche, bastaría para cambiar el rumbo de su existencia, pero ellos aun no sabían eso.




................. Prometí escribir algo sobre esto... y ahí esta, no me ha quedado bien, porque mi idea era otra pero pronto subiré algo mejor.... besos!!...........



¿Qué tan ciego es el amor?... si muero por una mirada

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